lunes, 30 de julio de 2007

Corriendo caballos en Plaza de Mayo

Charlando sobre política con una chica que me conoce hace unos diez años, le conté una anécdota que pasó en 1982, luego de la Guerra de Malvinas. Se hizo una gran concentración civil en la Plaza de Mayo, pidiendo las elecciones. Fui con unos amigos, en la columna de lo que era, en ese entonces, el Movimiento de Renovación y Cambio de Raúl Alfonsín. Cuando llegamos, la Plaza estaba prácticamente llena. No habíamos alcanzado a tomar una posición, cuando se escuchan disparos de gases lacrimógenos.

En la delantera de la concentración, al frente de la Casa Rosada, estaban las facciones de izquierda y allí comenzó la represión. La Policía Montada empezó a “barrer” la Plaza, golpeando a quienes encontraran. Me sucedió algo extrañísimo: cuando los vi, me entró una ira increíble. No podía creer que “nos hicieran” eso. Me sentí hermanada con todos y la injusticia me produjo una bronca que me desbordaba el pecho. Corrí hacia la policía, hacia delante, y tomé los palos y las piedras que encontré y se los tiré. Mis amigos me gritaban que me iban a matar, que volviera. A mí no me importaba nada. Me agarraron y me arrastraron y buscamos la salida de la Plaza. A pocos metros, sentimos unos tiros y corrimos hacia Diagonal Norte (después, nos enteramos que habían matado a un chico en esa esquina).

Nos refugiamos en un bar, adonde ya había unos cuantos. A los minutos, entra alguien gritando que cierren porque irrumpían en cualquier lugar. El dueño bajó las persianas, apagó la luz y nos escondimos bajo las mesas. Enseguida, escuchamos la policía que entraba a otro bar cerca, golpeando y llevando personas. Esto pasó en todas las calles hasta Callao. Esperamos que todo se calmara y nos fuimos. Esta marcha fue paradigmática y sentó las bases para futuras concentraciones, que culminaron con las elecciones democráticas.

Al tiempo, fui con uno de mis amigos a ver “Gandhi”. En un momento en que los indios se rebelan ante los británicos, éstos avanzan a caballo y los manifestantes se tiran al suelo, porque los caballos… no pasan sobre la gente! Inmediatamente, le digo a mi amigo que deberíamos haber hecho eso y él me contesta: “Flaca, eso hacen los caballos civilizados, aquí te hubieran pasado por encima igual!!”. Nos largamos a reír con ganas, mientras la gente nos chistaba porque interrumpíamos un momento dramático con risas.

Volviendo al tema: esta chica no podía creer que yo hubiera hecho eso ni que fuese a una marcha: “No sos así”. Y la verdad es que yo he cambiado muchísimo. Ya no creo en revoluciones sino en evoluciones. Ya no acompaño cambios sociales desde el exterior sino desde el interior. Ya no alimento la ira sino la paz. Ya no estoy en contra sino a favor. ¿Me hace eso más débil o menos efectiva? Creo que todo lo contrario.

viernes, 27 de julio de 2007

¡Te quiero, papá!

Acompañé a mi padre a hacer unos trámites y, en un instante, en que estaba de espaldas a mí, vi los pelitos blancos de su cabeza asomarse entre la gorra (que lleva indefectiblemente desde que se inicia el primer frío hasta que se va el último… y un poco más) y el montón de ropa que cubría su cuello. Me invadió una enorme ternura, una oleada de calidez llena de reconocimiento y cariño.

Después, fuimos a almorzar y, charlando de todo un poco, me cuenta que se hizo un almuerzo que le había enseñado (si bien sabe cocinar, no tiene mucha idea de qué hacerse porque mamá siempre fue la que ideó las comidas) y le había salido mucho. Se ríe y me dice: “¡Pero al final me lo comí todo! ¡Dios me conserve el estómago!”. Me fascinó su voluntad de vivir, de aprender, de disfrutar a pesar de todo.

Cuando tenía unos 75 años, empezó a hacer planes para construir un departamento en un local que tiene al lado de la casa. Mamá se opuso porque era mucha inversión, trabajo y no quería inquilinos, pero él tiene proyectos todo el tiempo. A pesar de que, como todo canceriano, recuerda continuamente su pasado, siempre tiene en cuenta el futuro.

Hace un tiempo, tuvo que ir al Microcentro. Él vive en una pequeña ciudad del conurbano, muy tranquila y rutinaria. Volvió encantado con el ruido (¡tenía 83 años!), la variedad, la multitud, los negocios, el movimiento. Me dijo: “Uno aquí encerrado se olvida que hay otro mundo, más interesante y entretenido”.

Un día, había estado caminando por otro barrio cercano, en primavera, con muchos árboles y jardines. Me llamó por teléfono emocionado: “¡Que precioso lugar! El sol brillaba entre los árboles y había flores de todos colores. ¡Qué lindo es caminar y sentir el sol, el vientito, mirar todo! Cuando uno es joven, no se da cuenta de esas cosas; sólo trabaja y hace lo que tiene que hacer; se pierde todo eso. ¡Que linda es la vida!”.

Cada vez que lo llamo, me atiende alegre y cariñosamente. No me exige nada, pero está dispuesto a dar todo. Me llevé muy mal con él durante unos cuantos años, hasta que un día me brotó un odio incontrolable. Salieron a la superficie las palizas, los gritos, las palabras hirientes, las conductas violentas y desconsideradas (acuciadas por actitudes de mamá) y decidí no taparlo. Cuando iba a su casa, sólo escuchar su voz me ponía furiosa, me llenaba de ira. Me la aguanté y comencé a trabajar mi rabia, tanto con él como en general.

Pasaron los meses y entré a un lugar en donde hice un corte con los aspectos negativos y proyectados con los padres. Cuando lo hice con él, comprendí que él me había lastimado tanto como yo a él. Le pedí perdón y, aunque yo no pude perdonarlo en ese momento, entregué a mi alma la intención de hacerlo pronto. Ese fin de semana, fui a su casa. Cuando me vio, me abrazó. Era la primera vez que lo hacía. Me paralicé, congelada entre sus brazos, sin poder creerlo. Se mostraba cálido e interesado en mí. No entendía nada. Comenté que necesitaba un colchón, porque en ese tiempo me había separado y dormía en un chatísimo colchón en el piso. Al otro día, mi madre me llama diciendo que papá me quería dar lo que necesitara. Fuimos a una mueblería y me compró la cama, el mejor colchón que encontramos, dos juegos de sábanas y almohadas. Nunca me había comprado nada.

Comprendí que su conducta tenía que ver con mi actitud hacia él. Cuando lo liberé, él pudo ser la persona que siempre había sido pero yo no podía ver, con todas mis proyecciones y traumas cegándome. Antes de eso, había soñado muchas veces con enfrentarlo y decirle todas mis "verdades" en la cara, descargando mi bronca y mi dolor. Unos meses después del corte, charlando acerca de un vecino, me dice compungido: "Cuando uno es padre, hace cosas pensando que es lo mejor para los hijos, sin saber realmente, porque así lo hicieron con uno, porque es lo que le sale. Después, se da cuenta que se equivocó y vive arrepentido, pero ya es tarde". Se le llenaron los ojos de lágrimas. Ahí lo tenia, a mi merced... y lo único que me salió fue abrazarlo y decirle que estaba todo perdonado, que se olvidara, que había sido un buen hombre haciendo lo que pudo, que yo estaba contenta de que fuera mi padre.

Cuando cumplió 80 años, le hice un "librito" lleno de fotos familiares y de revistas, con una biografía medio en serio, medio en broma. Estaba feliz y orgulloso, se lo mostraba a cualquiera. Me la pasé la mitad de mi vida deseando que me aprobara, que me reconociera. Cuando no me importó más e hice lo que quería sin esperar nada, me llegó su satisfacción y su aplauso sinceros, queriendo compartirlo con todos.

¡Te quiero, papá! ¡Gracias!

miércoles, 25 de julio de 2007

Plantando semillitas

En el día del No Tiempo, planto mis semillitas:

Co-creo amor, gratitud, luz, alegría, conciencia, sabiduría, prosperidad, salud, constancia, compasión, felicidad para mí y para todos.

Co-creo éxito de todas formas para el relanzamiento de mi sitio.

Co-creo nuevos pacientes en mi Consultorio y por Internet, grupos y viajes: llevo luz a todas partes!

Co-creo una pareja acorde a mi energía y mis propósitos.

Co-creo presencia total y absoluta, focalizada en mi alma y en todo Lo Que Yo Soy en cada instante, disfrutando y agradeciendo el presente continuo infinito. Fluyo con la Vida, aceptando lo que es para mí, fácil, amorosa y abundantemente.


Comencé a bailar nuevamente: música árabe, jazz, india, salsa, soul, cha cha cha, no importa, sólo por diversión, por mover el esqueleto con alegría.

El panorama laboral se está moviendo muy bien. Yo estoy... siendo... gratitud!

martes, 24 de julio de 2007

Los juegos que jugamos

Otra visión de la Vida: cada uno viene con un guión abajo del brazo de una obra de teatro, en la que es el protagonista principal y las demás personas son los actores secundarios (padres, hermanos, amigos, parejas, hijos, maestros, jefes, compañeros ocasionales, etc.). A su vez, ellos son los protagonistas de sus propias historias y nosotros sus actores secundarios. Todos nos vamos asociando, juntando, separando, yendo y viniendo, a veces por largos períodos, otros por instantes apenas.

Si nos encontramos es porque “algo” tenemos que ver unos con otros. La gracia está en descubrir el para qué. Revelar los juegos que estamos jugando. Evidenciar el automatismo del guión y destapar el propósito inicial: ser más paciente, más amoroso, menos egoísta, encontrar la autoestima, la confianza, el valor, saberse responsable-no víctima, iniciar un movimiento social, descubrir una vacuna, escribir un libro, aprender a bailar, tener hijos, atreverse a patear el tablero familiar y hacer algo nuevo, ser un vagabundo mundial, apreciar la maravilla de este planeta azul, ser divinamente humano; en síntesis, vivenciar distintas facetas de este increíble diamante que somos, crear, ser, Ser.

¡Qué triste perderse en un rol estereotipado y no desenmascararse, develarse, sorprenderse, desnudarse, inventarse, descifrarse, expresarse!

Reclamá tu poder

Como comenté, hace unos años, tuve un período de… no sé cómo llamarlo… de meditaciones… de conexión con la Fuente… de iluminación… no sé. El tema es que, entre muchas verdades que recibí, una me resultó particularmente transformadora.

Un Ser Espiritual (al que yo no soy afecta, extrañamente) apareció y me dijo: RECLAMA TU PODER. Me dio (o me mostró) mi corazón de diamante y me instó a que usara el poder que YA tenía y a abandonar la creencia de que era un pobre ser humano que debía estar pidiendo, rogando, reclamando a Dios. En otra conexión, me mostraron en un trono, con muchos atributos o símbolos de poder.

Mucho tiempo después, este mismo mensaje comencé a verlo en cantidad de canalizaciones. El pasado 17, durante la meditación mundial de Enciende la Rejilla, lo recibí nuevamente para que lo re-transmitiera a todos los que conocía… ¡cumplo en hacerlo!!

¿De qué se trata este Poder? Ciertamente, no del poder del ego, ese que sube y baja con tus emociones, con las cosas que te pasan, con las personas que te rodean, ese que no está ahí cuando más lo necesitás.

Vivís lleno de miedos y dudas, sometido a variados juegos de control y manipulación de ese mínimo y limitado poder que te dispensa el ego… cuando anda de buenas. Muchas de tus relaciones de supuesto amor son básicamente o se han convertido en juegos de poder.

Entonces, ¿de dónde proviene el Poder? Directamente de Dios: es la vitalidad que te anima, es lo que viene de la Fuente y fluye a través de vos y en cada cosa tuya, es tu Esencia.

¿Cómo lo atraés? Cuando establecés que sos uno con el poder de Dios, cuando te reconocés co-creador de tu vida y tus circunstancias. Podés hacerlo meditando o rezando y, mucho mejor, cuando te das cuenta de que ese Poder se encuentra a tu alrededor, en tu vida cotidiana, en todo lo que vivís y soñás. No está afuera de vos ni en nada especial y grandioso. “Nadie conoce mejor la verdad de las cosas que el que mira intensamente las cosas” escribió el poeta Néstor Groppa, haciendo una épica de lo diminuto, previniendo absurdas idealizaciones y actos solemnes.

¿Cómo funciona este Poder? Expresándolo, creando, entregándolo, enseñándoselo a otros y empoderándolos. Sabés que lo estás usando cuando estás siguiendo tu propia guía, cuando te sentís potenciado y feliz en tu camino particular, cuando estás alineado a tu corazón.

¿Adónde se encuentra? Jamás en el pasado ni en el futuro, porque, si estás ahí, estás invirtiendo tu energía en lo que pasó o en lo que quizás ocurrirá. Estás perdiendo tu Poder. Él está siempre en el presente: aquí y ahora se encuentran las respuestas, las soluciones, las conexiones, la alegría, la paz, la libertad de elección.

¿Cómo te entregás a Él? Fundando un ideal para tu crecimiento y evolución que esté alineado con Dios. Comenzá creando verdad y luz en tu vida, tomando conciencia de los prejuicios, actitudes y emociones provenientes de tu ego, de tus traumas, de todo lo que no es relevante ni tiene valor ni fuerza en vos. Date cuenta y liberalos. Luego, empoderá lo que deseás para este momento, para este presente continuo e infinito.

domingo, 22 de julio de 2007

Prodigio

No sé por qué prodigio o extraño encantamiento,
esta silla tan vieja
es realmente una silla.

¡Pensar que fue soldado, golondrina,
caballo, carretilla!...

Yo la he visto crecer en las baldosas
y llenarse de nidos.
Yo he pasado las horas y las horas
oculto entre sus hojas.

Ahora nunca retoza por el patio,
ni va de un solo vuelo hasta la sala.
No redobla el tambor si alguien la mira.
Ha perdido las alas y la espada.

Adherida al empeño de ser silla y nada
más que silla,
ni siquiera se asoma a la ventana
con el gato en las faldas...
como una vieja tía.

Un poco desteñida, demasiado callada,
lleva la vida inerte de una silla
que no pretende nada;
pues ya sólo la habita la locura
de ser algo tan real y tan desnudo,
que logra persuadir a quien la mira
de que toda evidencia es un absurdo.
Oliverio Girondo

¿Y si reemplazas "silla" por "yo"?

viernes, 20 de julio de 2007

Mensaje para los amigos

Los amigos, a lo largo de mi vida, me han sustentado, desafiado, divertido, amado, acompañado, enojado, admirado, maravillado… ¡tanto!

Se acumulan rostros, sentimientos y vivencias ahora que recuerdo. Algunos por días, otros por meses, muchos por años, todos han contribuido a quien soy de maneras cariñosas y nutricias. Espero haber dado en la medida que recibí…

Te agradezco tu amistad y te llevo en mi alma para siempre.

miércoles, 18 de julio de 2007

Expresando con el cuerpo

Entre una consulta que recibí de alguien de México y una llamada a mi padre, corroboré cómo vamos poniendo en el cuerpo lo que no expresamos de otra forma.

Esto es muy fuerte en las generaciones mayores, que quizás fueron educadas en el hacer y en salir adelante sin importar cómo, en medio de difíciles situaciones. Lo observo claramente en mis padres. Cuando mi hermano enfermó de linfoma, a mi madre se le declaró un cáncer de pecho (del que fue operada con éxito) y mi padre tuvo una bronquitis gravísima. Eran su maneras de articular su dolor y su impotencia.

El lunes escuché a mi padre toser muy cargadamente y enseguida llamé a la urgencia del Pami. Tomada a tiempo, su bronquitis se resolverá pronto, pero es la consecuencia natural de la muerte de mi madre y ésta es su manera de llorarla. Concientemente, sigue su vida, ocupándose de lo cotidiano, ya que es un hombre básicamente de acción, pero sus sentimientos saltan cómo pueden… en los pulmones…

Es también básicamente un hombre bueno y está recibiendo su cosecha a través de las constantes muestras de afecto y de compañía que recibe de sus vecinos (y de las que fui testigo ayer, cuando estuve en su casa, más las que me cuenta, lleno de orgullo y timidez).

Para él, ya es tarde para aprender otras formas de expresarse, pero nosotros podemos aprender de él y no dejar que una enfermedad sea la manifestación de los sentimientos que no podemos sentir o aceptar.

lunes, 16 de julio de 2007

Tierra amada

Este fin de semana, fui a Chascomús. ¡Qué paz, qué concordancia, qué sabiduría, qué alegría me regala la Naturaleza!

Desde que tengo memoria, estar en contacto con el agua, la tierra, los árboles, el cielo, el sol, me han inundado de felicidad y propósito. Me extrañó siempre que haya personas que se sintieran “pequeñas” frente a un paisaje imponente. Al contrario, yo siento que Soy Una con Él; así, participo, me uno, confluyo, me fundo con la Energía de Creación. Soy feliz en la Tierra. Al alejarme, sólo podía sentir gratitud. Me iba con el corazón rebosante de agradecimiento, júbilo y conexión.

viernes, 13 de julio de 2007

Adapt-arte

Una paciente me dijo que ella no tenía conflictos con la gente porque se “adaptaba”. Revisando su comportamiento, era claro que lo que hacía era encerrarse en sus ideas, dejar que los demás pensaran e hicieran lo que sea y desactivar cualquier controversia, manteniéndose en la superficie, sin ahondar.

La adaptación es una conducta sumamente positiva y no es una resignación indiferente o pasiva. Es una activa indagación en uno mismo, confrontando los propios paradigmas y transmutándolos si aceptamos como mejores o más abarcadores los de otros.

Esto es muy fácil de observar en las especies animales. Si un ecosistema cambia y un pájaro ya no consigue su alimento habitual, se adaptará al nuevo con transformaciones específicas como un pico diferente, plumas de otro color o uñas más largas. Si no lo hiciera, se extinguiría. Así, la capacidad de adaptación es una forma de sobrevivir y, todavía más en los seres humanos, una bendición para desarrollarnos y crecer con profundidad y comprensión. Y, como beneficio extra, lo hace mucho más divertido e interesante que quedarse en el tedio habitual de lo conocido.

También, se puede ir hacia el otro extremo y sobre-adaptarse: una conducta típica de la neurosis. Muchas personas, como no se gustan ni se aceptan ni saben quiénes son ni lo que quieren, toman lo que la sociedad (o la familia o el grupo social) considera aceptable y valioso y se esfuerzan por llevarlo adelante. Y es realmente un esfuerzo, porque no es algo que les sale natural y bellamente de su interior sino una lucha por lograr reconocimiento, amor, poder, status o lo que sea que crean que los harán felices.

Es un movimiento, una conmoción, una vibración distinta, un desplazamiento, un tránsito, una dinámica evolución. La adaptación puede tener otros nombres y trajes, pero lo importante es... usarla!

martes, 10 de julio de 2007

Sin memoria, con conciencia

En un reportaje, Eduardo Galeano (“Las venas abiertas de América Latina) dijo al final algo con lo que suscribo totalmente: “La memoria puede ser tu alimento o tu veneno. Puede matarte si es la nostalgia de que todo tiempo pasado fue mejor, porque así aniquila la esperanza, la capacidad de sorpresa, el asombro que es inherente a la Vida. Mañana no es otro nombre de hoy”.

La memoria puede ser útil para las cosas cotidianas (no tengo que recordar cada día cómo abrir un programa en la computadora o qué colectivo tomar para ir a lo de una amiga) o para afirmarme en mis logros y confiar, pero para la mayoría de las demás cosas es perniciosa. No me permite abrirme al misterio que es la Vida en cada momento.

Tampoco creo que sea cierto que debemos recordar las cosas malas para que no las volvamos a repetir (esto lo insisten los políticos y los activistas sociales). Cuando aprendemos algo verdaderamente, con el corazón y la mente, con el cuerpo y el alma, ya está incorporado para siempre, en las células, en la energía. Asunto concluido. La razón por la que seguimos en guerra, asesinando inocentes, hambreando pueblos enteros no es que no recordamos, no es una cuestión de memoria. Es que todavía no aprendimos.

lunes, 9 de julio de 2007

Regalos

Ayer, comenté con mi padre que nunca había estado en la nieve y que me encantaría, por lo menos, verla. Y ahora… ¡está cayendo nieve! No es tan fuerte que deje el suelo blanco, pero es lo suficientemente grande como para ver los copitos volando en el viento… ¡qué hermoso!... ¡estoy fascinada! La última vez fue en 1918. Como no estaba (creo), esta es una magnífica oportunidad para disfrutar de algo insólito y excepcional. ¡Qué regalo tan bonito!

El sábado fui a un taller en un lindo lugar. Recibí dos obsequios: mi corazón como un diamante lleno de cálidos reflejos y mi confirmación como Maestra.

A la noche, no me podía dormir; estaba super-despierta. No me enojé, dejé que los pensamientos divagaran. Me vino un proyecto maravilloso.

Este fin de semana largo, quería irme a descansar afuera. No se dio. ¡Menos mal! El tiempo ha sido horrible y he estado mucho mejor en compañía de mi papá. Al regreso, en medio del frío y la ¡nevada!, todos los transportes aparecieron al segundo; no tuve que esperar nada. Más regalos… y más respuestas del Universo… y más cuidado y protección…

viernes, 6 de julio de 2007

El tiempo divino

A la luz de los resultados, ¿por qué todavía me sigue costando aceptar que los tiempos del alma no son los tiempos de mi ego, de mi pobre entendimiento de las cosas como son?

La más grande de las pruebas la tuve con la muerte de mi mamá (Leonor… tenía nombre… Leonor… era una mujer, además de mi madre… Leonor). Como yo creo que las muertes tienen que ver con las vidas, estaba temerosa porque sus últimos tiempos fueran extremadamente sufridos. Me explico: Leonor era una mujer autónoma, fuerte, rígida, controladora, entre otras cosas. Su artritis/artrosis tuvo que ver con esa inflexibilidad y su dependencia final con su miedo a estar en manos de otros, a aceptar que los demás podían tener otras razones que no fueran las de ella. Cuando esto se precipitó y nos dimos cuenta con mi padre (Miguel) que un Geriátrico era la única salida, pensé lo mal que se sentiría de verse totalmente postrada, perdiéndose poco a poco en una demencia senil, quizás incapaz de entregarse a la Luz.

Entonces, le pedí a Dios, a ella, a mi hermano, a los Seres, que la ayudaran a soltarse, a aceptar el fin de esta vida y a pasar al otro plano. Y sucedió, justo en el tiempo perfecto. En realidad, desde el principio, todo fue simple, oportuno, fácil, perfecto: muestras de un Universo que respondió rápidamente a mi pedido, a mi actitud, a mi confianza.

Ahora, otro tiempo está instalándose para mí. Se aproxima el fin permanente y definitivo de un viejo modo de vida. Como me salió en una tirada de cartas de Osho: “Sé una luz para ti mismo”. Esencialmente, desarrolla dentro de ti la capacidad de encontrar tu camino a través de la oscuridad sin ninguna compañía, sin mapas o guías. Es el momento de echar una mirada a tu propio reflejo en el pozo y dar un paso para salir de los condicionamientos que te han sido impuestos por otros como creencias respecto a ti mismo. Baila, corre, muévete: haz lo que sea necesario para despertar el león en tu interior. Tu propia forma de ser es rebelde, no porque estés luchando contra alguien o contra algo, sino porque has descubierto tu propia naturaleza verdadera y estás determinada a vivir de acuerdo con ella. El Águila es tu animal espiritual, un mensajero entre la tierra y el cielo. El rebelde te desafía a ser lo suficientemente valerosa para asumir la responsabilidad de lo que eres y vivir tu verdad. Este es un llamado a despertar; los eventos de tu vida están intentando mostrarte un patrón tan antiguo como el del viaje de tu propia alma. Este es un tiempo para un profundo dejarte ir. Permite cualquier pena, aflicción, o dificultad para estar allí, aceptando esta factibilidad. La transformación viene como la muerte, a su propio tiempo. Y, como la muerte, te toma a ti de una dimensión a otra”.

Es lo que estoy tratando de ser y hacer…

jueves, 5 de julio de 2007

¡El Universo responde rápido!

¡Qué interesante! Ayer, escribí sobre inseguridad. Hoy, estaba llegando tarde para la gimnasia china y no los veo en el lugar de costumbre. Sigo caminando y los encuentro en la esquina. Unos chicos cartoneros que habían pasado la noche allí se habían mostrado agresivos al principio y, luego, uno les tiró con un pedazo de hierro y lastimó ligeramente a dos de las señoras. Decidieron irse.

En el café, hubo mucho jaleo con el tema, con algunas posiciones bastante extremas, dictadas por el miedo y la incomprensión. Me mantuve al margen y un amigo me comentó que, si bien otras veces hubo incidentes parecidos, cuando estaba la maestra (está de vacaciones y seguimos haciendo solos) nunca había sucedido nada serio. “Ella mantiene la calma, sigue haciendo la gimnasia y todo se diluye”, dijo.

Era exactamente lo que había escrito ayer, puesto en acción. Hay algunas señoras que viven hablando de la inestabilidad, de la violencia, del miedo que existe en la sociedad y esto simplemente se manifestó con contundencia. Atraemos lo que más tememos.

Ayer, escribí a un Banco adonde tengo tarjetas de crédito porque habían finalizado una promoción en un Supermercado. Me gusta expresar mi opinión... aunque no la tomen en cuenta. Sugerí otro Super (con mejores precios) y que también incluyan las tarjetas de crédito en los descuentos. Mientras estaba en el café, abrí el diario y había un enorme aviso del Banco con… exactamente lo que yo había pedido.

Por supuesto que esto ya estaba negociado, pero el tema es que PARA MÍ la respuesta fue instantánea. Y esto me está sucediendo muy frecuentemente. ¿Te diste cuenta?

miércoles, 4 de julio de 2007

¿Estás seguro?

Acabo de darme cuenta de la cantidad de veces que estuve "a punto" de morir, desde chica hasta hace poco. ¿Tomamos conciencia de que la vida no es "segura"?

¡Qué tema ese! La humanidad entera y Argentina en particular están angustiadas con la idea de la seguridad: policía, vigilancia de todo tipo, seguros, puertas blindadas, alarmas; contratos, casamientos, papelerío legal; promesas, celos, preocupaciones, cuidados excesivos, miedos... que no me vaya a pasar nada malo... que no le vaya a pasar nada malo...

¡Cuánto dinero desperdiciado, cuánta energía malgastada! La seguridad es una obsesión neurótica, propia del Ego y sus temores, de una idea prefijada de "lo que la vida debe ser". Cuanto más miedo tenemos a algo, más lo atraemos porque es una ley que convocamos lo que más tememos. La gente que vive pendiente de los robos es la más asaltada.

¿Cuál es la solución? La confianza... la fe... la tranquilidad interna y profunda de que soy una creación de Dios, co-creando su propia realidad... fluyendo en un mar de posibilidades hacia lo mejor de mí... abierta a lo que sea... sabiendo que puedo con ello porque yo lo convoqué... porque es a mi medida... todas son experiencias... cuanto más me conecte con la Luz, más hermosas... aunque todas tienen su belleza... la Vida es perfecta... y amorosa... y graciosa (tiene el don de la Gracia)... Gracias!

martes, 3 de julio de 2007

La Muerte, esa amiga

Cuando tenía unos 23/24 años, me ocurrieron una serie de episodios muy fuertes. Dos veces estuve muy cerca de ser atropellada. Me “salvé” milagrosamente. Lo que más me impresionó fue algo que sucedió en la calle. Había decidido irme a vivir sola y fui a visitar un departamento. Subía por Callao desde Libertador, sumida en mis pensamientos, y, de golpe, un enorme trozo de cemento cae frente a mí, desde un edificio en construcción. Se hizo añicos y parte de los pedacitos me golpearon las piernas. Fue tan pasmoso, que no pude reaccionar (leí este mismo trance como inicio de un argumento de un libro que me prestaron cuando cuidaba a mamá, “La noche del Oráculo”: ¿coincidencias?). Seguí mi camino, alquilé el departamento y volví a mi casa.

A partir de ahí, otras veces estuve “a punto de morir” en distintas circunstancias. Esto disparó el tema de la muerte y durante unos meses estuve perseguida con la fragilidad de la vida. Veía en todo momento o acontecimiento la posibilidad de morir: una rama que me golpeaba la cara por la ventana abierta de un colectivo, una posible enfermedad, una piedra arrojada a la ventanilla de un tren, una persona muy agresiva, lo que sea.

¿Qué era la muerte? Más importante, ¿qué había después de la muerte? ¿Sólo teníamos una oportunidad? ¿Y si la desperdiciaba, y si moría ahí mismo, sin más posibilidades de hacerlo mejor u otra cosa? ¿Era justo eso? ¿Dios no da chances? ¿Tengo que esperar al Juicio Final, sentada en una nube, para que me juzgue… por qué? ¿Qué pito toco yo en esta tragedia? ¿Ninguno? ¿Soy una hoja en la tormenta? Estas y muchas otras preguntas daban vueltas en mi cabeza.

Había leído y escuchado algunas cosas acerca de la reencarnación y comencé a pensar que esa era una respuesta mucho más lógica que lo que me habían enseñado. Elaboraba mis propias teorías, concebía especulaciones y conjeturas mientras la muerte me seguía rondando. Hasta que un día, en una librería, me “cae” un libro desde un estante. Lo levanto y trataba sobre reencarnación. Lo compré y ahí estaba todo lo que yo había madurado.

No sé cómo ni cuándo “integré” la muerte a mi vida. Dejé de temerle, para verla como una compañera. Pero todavía faltaba una vuelta de tuerca. A los 28 años, caí en una profunda depresión. Comencé a fantasear con matarme. Todas las noches, me pasaba un largo rato pensando formas de hacerlo y, sobre todo, regodeándome en cuán culpables se sentirían los otros cuando lo descubrieran.

Hasta que un día me di cuenta de que la Muerte (así con mayúsculas) era El Gran Escape (también con mayúsculas). Yo no temía la muerte porque era mi ilustre salida a una vida que sí temía enormemente. No me quería hacer cargo de ella, era demasiado pesada y sufrida, yo no tenía las fuerzas para afrontar lo que había hecho ni lo que podía hacer.

Y me reí. Sí, me reí con ganas. Todo era una charada, yo estaba creando ese drama y también podía deshacerlo y crear otra cosa. Necesitaba ayuda, pero de alguna forma iba a salir. Yo iba a poder. Así, cuando me volvían las fantasías de suicidio, me reía otra vez. Entonces, un amigo me invitó a almorzar, me dijo que me veía muy mal y me recomendó una psicóloga. La llamé ese mismo día, fui a verla, lloré sin parar y comencé.

Pude trabajar lo que me pasaba y me ayudó mucho. Pero, salí verdaderamente cuando encontré un grupo espiritual y vi la luz al final del túnel (literalmente). Había Luz en mí. Había muerte en esta vida y vida después de la muerte. A lo largo de los años, tuve muchas experiencias que lo probaron. Pero, sea como sea, creo que es así. O, quizás, elijo que sea así. No me importa. Aprecio cada instante como el misterio más grande y sé que todo está bien.

lunes, 2 de julio de 2007

Gracias, Mamá

Como una película sin tiempo, me vienen imágenes y recuerdos de estos días.

Lo primero, el miércoles, es una súplica: “Entregate, mamá. No es necesario que sigas sufriendo. Ya diste e hiciste todo lo que has podido. Danilo te espera y te guía. Soltate”.

Lo segundo, el viernes, mientras estaba juntando la ropa para ir el fin de semana a cuidarla, fue una pregunta: “¿Cuánto tiempo más?”. La respuesta fue “Ya es el final”.

Llego al mediodía y estaba más lúcida que de costumbre, aunque con muchísimas dificultades para respirar por una enorme cantidad de mucosidad. Me habló más que nunca, aceptó comer más de lo acostumbrado, me buscaba la mano todo el tiempo. Estaba tremendamente edematizada. Le di suaves masajes, la moví, la acaricié, le sostuve su mano. Me voy cuando viene la señora que la cuida a la noche. Como siempre, dudé de lo que había recibido… no es este fin de semana…

Mi padre va a cuidarla a la mañana temprano. Vuelve… pienso que se olvidó algo… abre la puerta y se larga a llorar… había pasado… dos horas después que me fui… llamaron a mi casa y, como por supuesto no había nadie, no nos enteramos… pasó igual con mi hermano… ¿formas de cuidarnos, para que no anduviéramos de noche en tan lamentables circunstancias?... creo que sí… los dos eran seres amorosos…

Hago el trámite para retirarla del Hospital hacia la Cochería. La tengo que reconocer: cuando la veo en la camilla, me largo a llorar y lo único que puedo pensar es: “¡Gracias, gracias, gracias!”. Le acaricio la cara y el pelo, le beso la frente.

Ni a papá ni a mí nos gustan los velorios. Queda en la Cochería. La pasamos solos en casa, charlando sobre ella, sobre la vida. Queremos privacidad, intimidad. Estamos en paz: hemos dicho y hecho todo lo posible. Estoy en paz: he cortado todos los lazos negativos y solo resta la enseñanza y el amor.

El domingo, vamos a despedirnos antes de que cierren el féretro. Me vuelve a pasar lo mismo. Sólo puedo agradecerle, acariciarla y llorar.

Compramos un enorme ramo de crisantemos blancos y amarillos, envueltos en un hermoso papel rosa. El cura de la capilla que iba a decir el responso no aparece. Le pido a un vecino que ha ayudado mucho a mis padres y que es evangelista que diga unas palabras después de su entierro (no me importan las religiones: sólo hay un Dios). Al final, agradezco a los vecinos que han venido, encomiendo su alma a la Virgen y ¿qué puedo decir de ella? Gracias, gracias.

Vamos a encargar una placa. ¿Qué poner? ¡GRACIAS POR TODO, MAMÁ! CON AMOR.