lunes, 26 de octubre de 2009

Locura o Despertar

Si mirásemos nuestra sociedad desde la perspectiva del Ser, nos sorprenderíamos por la locura que hemos construido. Siendo los Egos de todos los que la mantenemos en pie, la forma de transformar tamaña perturbación es comenzar por el de cada uno. Resulta dificultoso en principio porque estamos perdidos en las identificaciones individuales y colectivas de los dictados del Ego. Si es manifiesto en las interacciones cotidianas, es más notable en las relaciones terapéuticas en las cuales se presenta en forma de resistencias de toda clase. Al creernos sólo Ego, reaccionamos exageradamente a cualquier señalamiento y nos escudamos en los temores, las dudas, los sufrimientos y los traumas continuos que aparecen. En lugar de observarlos como lo que son (permanentes actividades disparadas desde los distintos centros del Ego) y aprender a liberarlas para acceder a estamentos más profundos y plenos del Ser, nos aferramos a ellos, con lo que los perpetuamos.
Transcribo algunos párrafos de “Una Nueva Tierra” de Eckhart Tolle (libro que encontrarás gratuitamente en
www.abrazarlavida.com.ar/palabras_para_el_alma.htm):

PERDERNOS PARA ENCONTRARNOS
El espacio interior aflora cuando renunciamos a la necesidad de enfatizar nuestra identidad con la forma. Esa necesidad le pertenece al ego y no es una necesidad verdadera. Cada vez que renunciamos a uno de esos patrones de comportamiento permitimos que aflore el espacio interior. Somos más auténticos. Para el ego, parecerá como si estuviéramos perdidos, pero en realidad sucede todo lo contrario. Jesús nos enseño que debemos perdernos para encontrarnos. Cada vez que renunciamos a uno de esos patrones, restamos peso a lo que somos en el nivel de la forma y nuestro verdadero ser se manifiesta más plenamente. Nos empequeñecemos para engrandecernos.
A continuación aparecen algunas de las formas como las personas tratan de enfatizar su identidad con la forma, aunque inconscientemente. Si nos mantenemos en estado de alerta, podremos detectar algunos de esos patrones inconscientes en nosotros mismos: exigir reconocimiento por algo que hicimos y molestarnos o enojarnos al no recibirlo; tratar de llamar la atención hablando de nuestros problemas o de nuestra enfermedad, o haciendo una escena; dar una opinión cuando nadie la ha pedido y no contribuye en lo absoluto a la situación; preocuparnos más por la opinión que el otro tenga de nosotros, que por la otra persona, es decir, utilizar a los demás para reflejar nuestro ego o fortalecerlo; tratar de impresionar a los demás con nuestras posesiones, conocimiento, aspecto físico, posición social, fortaleza física, etcétera; reforzar momentáneamente al ego a través de una reacción airada contra algo o alguien; tomarnos las cosas a pecho, sentirnos ofendidos; reafirmar que tenemos la razón y que los otros están equivocados a través de quejas mentales o verbales inútiles; mostrarnos importantes o aparentar que lo somos.
Una vez detectado ese patrón interior, conviene hacer un experimento. Averigüe cómo se siente y qué sucede cuando renuncie a ese patrón. Sencillamente abandónelo y vea qué sucede.
Otra manera de generar conciencia es restarle peso a lo que somos en el nivel de la forma. Descubra el poder enorme que fluye desde su interior para proyectarse sobre el mundo una vez que logre restarle peso a su identidad con la forma.

EL DESPERTAR Y EL MOVIMIENTO DE EXPANSIÓN
Tradicionalmente, el ego ha usurpado y utilizado para sus propios fines el crecimiento natural de la vida que viene con el movimiento de expansión. "Mira lo que yo sé hacer, apuesto a que tú no puedes hacerlo", le dice un niño a otro cuando descubre la creciente fuerza y destreza de su cuerpo. Se trata de uno de los primeros intentos del ego por destacarse identificándose con el movimiento expansivo y el concepto de ser "más que los demás", y fortalecerse disminuyendo a los demás. Claro está que es solamente el comienzo de la larga serie de percepciones erróneas del ego.
Sin embargo, a medida que se acrecienta la conciencia y el ego pierde el control sobre la vida, no es necesario esperar para que el mundo se contraiga o se derrumbe a causa de la vejez o de la tragedia personal a fin de despertar al propósito interno. A medida que emerge la nueva conciencia en el planeta es cada vez más grande el número de personas que no necesitan un sacudón doloroso para despertar. Se acogen voluntariamente al proceso de despertar mientras continúan activas en su ciclo de crecimiento y expansión. Cuando el ego pierde su posición de usurpador en ese ciclo, la dimensión espiritual se manifiesta en el mundo a través del movimiento expansivo (el pensamiento, las palabras, las obras, la creación) con tanta intensidad como lo hace en el movimiento de retorno (la quietud, el Ser y la disolución de la forma).
Hasta ahora, el ego ha distorsionado y utilizado equivocadamente la inteligencia humana, la cual es apenas un aspecto minúsculo de la inteligencia universal. Es lo que denomino "la inteligencia al servicio de la locura". Se necesita una inteligencia superior para dividir el átomo. Usar esa inteligencia para construir y acumular bombas atómicas es demencia o, en el mejor de los casos, lo menos inteligente que hay. La estupidez es relativamente inofensiva, pero la estupidez inteligente es altamente peligrosa. Esta estupidez inteligente, de la cual encontramos un sinnúmero de ejemplos obvios, amenaza la supervivencia de nuestra especie.
Sin el impedimento de la disfunción del ego, nuestra inteligencia entra en alineación perfecta con el ciclo expansivo de la inteligencia universal y su ímpetu creador. Nos hacemos partícipes conscientes de la creación de la forma. No somos nosotros los creadores sino los vehículos de la inteligencia universal. No nos identificamos con aquello que creamos, de manera que no nos perdemos en lo que hacemos. Aprendemos que en el acto de la creación interviene una energía de la más alta intensidad, pero que no genera tensiones ni representa un "arduo esfuerzo". Debemos comprender la diferencia entre la tensión y la intensidad. La lucha o la tensión es señal de que el ego ha regresado, como lo son también las reacciones negativas frente a los obstáculos.
La fuerza que impulsa los deseos del ego crea "enemigos", es decir, unas reacciones que se manifiestan en fuerzas opuestas de igual intensidad. Mientras más fuerte es el ego, mayor es el sentido de separación con respecto a los demás. Las únicas actuaciones que no provocan reacciones opuestas son las encaminadas a lograr el bien colectivo. Son incluyentes en lugar de excluyentes. Unen en lugar de separar. No son por "mi" país sino por toda la humanidad, ni por "mi" religión sino por el surgimiento de la conciencia de todos los seres humanos, no por "mi" especie, sino por todos los seres vivos y toda la naturaleza.
También estamos aprendiendo que la acción, si bien es necesaria, es solamente un factor secundario a la hora de manifestar nuestra realidad externa. El factor primordial de la creación es la conciencia. Por muy activos que seamos, por muchos esfuerzos que realicemos, es el estado de conciencia el que crea nuestro mundo y si no hay un cambio en ese nivel interno, nada lograremos por mucho que hagamos. Solamente crearemos versiones modificadas del mismo mundo una y otra vez, un mundo que sería el reflejo externo del ego.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias, Laura