miércoles, 5 de mayo de 2010

La verdad

"¿Con cuánta frecuencia pronunciamos la verdad total, expresando nuestras palabras y sentimientos con claridad completa? Semejante verdad es elusiva. Incluso el intento de este tipo de verdad equilibrada lo lleva a uno al campo del asombro.

Cuando me hallo en la verdad equilibrada, yo lo siento en cada palabra que pronuncio, y es asombroso. De hecho, ese sentimiento asombroso es la medida de si estoy en la verdad o no. Frecuentemente cuando hablo con la verdad equilibrada, soy incapaz de decir si alguien me está mintiendo, salvo que vaya más profundamente dentro de mi esencia de la verdad. Si permanezco en mi esencia de la verdad sin ahondar más, yo solamente asumo que la otra persona está diciéndome la verdad. Yo podría profundizar más para estar seguro, pero no quiero ser el que exponga la verdad de otro. Yo solamente puedo controlar mi propio viaje, no el de otro.

Cuando pronuncio mi verdad, frecuentemente no estoy seguro de que la persona que me escucha y con la que hablo siquiera le importa. Finalmente, no importa si la otra persona aprecia mi verdad, o no. Es suficiente que yo aprecie mi verdad. Para mí, la verdad es confiar en lo que estoy diciendo y estar siempre en la conciencia del amor de una verdad. Nada más importa siempre y cuando esté en el momento y ese momento esté en la verdad. Eso significa que al final, está bien de ser el único, en cualquier conversación que se tenga, de estar en la verdad, porque cada persona es responsable por su propia parte. Así que pronuncien su verdad y avancen. Ahí lo tienen, otro misterio que puede descansar. Yo estoy listo para avanzar hacia mi Nuevo viaje; y esa es mi verdad"

Estas palabras de Fred Sterling me hacen reflexionar. Tengo una relación pendular con la verdad. En lo más hondo de mí, detesto la mentira y prefiero la verdad sin importar cuan dura sea. En la superficie, he mentido bastante, me he ocultado muchas cosas, he cometido "sincericidio" (dicho verdades matadoras, sin anestesia), he pronunciado mentiras blancas y ocultamientos.

En otros tiempos, he lastimado a algunas personas al decir cosas que no estaban preparadas para escuchar o de formas demasiado crudas. No había agresividad en eso. Simplemente, decía lo que veía. El tema es que no estamos preparados para ello. Yo tampoco a veces (aunque luego siempre agradezco haber pasado por ese momento de iluminación). También me pasa que llega un punto en que no me importa decir nada. Es como si la nave ya hubiera zarpado y hará su recorrido: lo que debe ser, será. Las palabras no lo tocarán. No sé explicarlo mejor.

Una parte de mí quisiera hablar con la verdad todo el tiempo, como dice Sterling. Y otra no quisiera hablar nada. Dejar que las cosas sean, en el silencio de lo que es. ¿Tengo que elegir?

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