lunes, 14 de junio de 2010

¿Ya eres y estás listo?

Estas dos cortas escapadas a Mar de las Pampas y Bariloche han sido muy importantes. Nacida y criada en medio de una naturaleza abundante, Buenos Aires puede ser agobiante para mí. La amo y estoy cómoda aquí, pero, como toda gran ciudad, ya no tiene los ritmos de la Tierra, así que de vez en cuando necesito salir a buscarlos en contacto con ella.

De nuevo en lo cotidiano, me doy cuenta de que, en un lento proceso, he incorporado una noción que me resultó insondable al principio. En numerosas canalizaciones, se hablaba de que todo provendría directamente desde el SER. Filosóficamente, no hay dudas. Desde la realidad perceptual, surge la cuestión elemental: “¿y cómo se hace?, ¿cómo se hace ser?”. :-)


Estamos habituados al HACER. Esta es una sociedad asentada en la actividad y el consumo desenfrenados, más que nada para tapar las preguntas básicas, sobre todo quiénes somos. Nos hemos olvidado que el orden fundamental es: Ser, Hacer, Tener.

Todo (sin excepción) proviene de lo que somos, de nuestra vibración, de lo que atraemos a partir de ella. Al vivir fragmentados y dispersos, tenemos la falsa impresión de que gran parte de lo que nos sucede procede del afuera. Así, nos debatimos entre distintos roles exigentes y nos llenamos de miedos e inseguridades. Si bien tenemos la teoría correcta, no la aplicamos en el área que más lo precisa: nuestra vida diaria.

Una experiencia que marcó mi vida (lo supe después) fue mi inicio como Terapeuta. Como cualquiera que recién comienza, tenía dudas y temores acerca de qué iba a hacer con cada paciente. Abordamos este tema en las últimas clases y nos dijeron algo fundamental: “ustedes no solamente leyeron libros, ustedes pusieron el cuerpo, vivieron cada técnica, ellas son parte de ustedes ahora: confíen en que saldrá lo correcto en cada momento”. Tomé esto como un axioma y desde entonces simplemente “estoy ahí”, permitiendo que aparezca lo que debe ser.

Sin darme cuenta, me había abierto al “campo” como lo llama Chopra. Con el tiempo, las respuestas excedieron lo que sabía y yo misma me sorprendo de lo que digo o hago. Es fluir conectada al Ahora, dejándome ser nutrida por el Todo.

¿Y si lo hacía en lo profesional, por qué no en lo personal? Sobre todo, cuando no hay demasiada diferencia entre uno y otro: yo soy lo mismo en cualquier situación, yo soy lo que doy y danzo con el otro porque básicamente somos uno.

¿Qué me impedía hacerlo tan abiertamente? Preconceptos. ¡Afuera! ¿Cuál era la base? Falta de confianza en mí misma. ¿Acaso yo confiaba en mí como Terapeuta cuando comencé? No. Pero me fiaba de lo que sabía y había experimentado y en el campo. ¿Cuál era la diferencia? Ninguna.

Esta es la verdad: yo ya soy y sé y puedo lo que necesito en este instante de mi vida. Sólo debe entregarme a ello y dejar que surja, consintiendo que atraiga lo que vibra en consonancia. Permito a mi SER desplegarse naturalmente en cualquier situación, con cada persona, en unidad, en abundancia, en amor.

Es la confianza primordial de que estoy lista para lo que sea siempre. Porque mi Ser desarrolla lo necesario para mí de acuerdo a mi tiempo interno, a mi capacidad de procesarlo y concretarlo. Si estoy conciente, puedo fluir con ello. Si no lo estoy o me resisto, aparece el sufrimiento o la lucha.
La tierra, el agua, el sol, el viento, el fuego, los árboles me lo confirmaron: Yo Soy. Es todo. Los ritmos naturales me acompañan. Sólo resta gratitud. Y alegría.

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