viernes, 17 de junio de 2011

Semilleando nuevas especies

¿Qué viene primero: la semilla o el árbol?  La respuesta lógica es que tiene que existir una semilla para que, de ella, crezca un árbol.  En la vida cotidiana, no lo vemos así.  Se nos aparece el árbol y creemos que salió de la nada, que "cayó" allí.  No nos damos cuenta de las semillas que plantamos y de cómo fuimos abonando su crecimiento con pensamientos, emociones, acciones, dudas, paradigmas, etc.  Nos molesta ese árbol en particular, ése que nos impide ver el bosque, o que revela nuestro sufrimiento, o que se presenta seco y aún arraigado, o que es el depositario de la ira, la tristeza o la frustración.  Sin embargo, continuamos alimentándolo día a día... mientras lo miramos con desdén y enojo.


Dejemos de nutrir lo que nos hace daño, lo que no nos sirve.  Demos un rodeo y encontremos esos árboles que están esperando nuestra energía para crecer fuertes y sanos.  Plantemos nuevas semillas e imaginemos un bosque con toda clase de especias vigorosas, arraigadas a la Tierra y llenas de Sol.

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