jueves, 29 de marzo de 2012

La solución


La solución no es leer más, es comprender.
La solución no es teorizar, es accionar.
La solución no es echar la culpa afuera, es hacerme responsable.
La solución no es cargarme, es alentar a que cada uno haga su labor.
La solución no es condenar, es perdonar (me incluye).
La solución no es trabajar más, es trabajar mejor.
La solución no es tratar, es hacer.
La solución no es ocultar la oscuridad, es iluminarla.
La solución no es perder/ganar, es ganar/ganar.
La solución no es empujar, es permitir.
La solución no es retener, es liberar.
La solución no es exigirme, es ser.
La solución… soy yo.


Ese "poema" me salió espontáneamente (hace unos cuatro años) a partir de algunas sesiones con pacientes, como un resumen de ellas y de mis lineamientos como Terapeuta.

He hallado que muchos leen incontables libros, sitios de Internet, revistas, se llenan de información que no llevan a la práctica y que actúa más como una carga que como una solución. Desarrollan una excelente teoría, pero no saben o no quieren concretarla en sus vidas, aunque sí exhortan a los otros a hacerlo y pueden ser buenos consejeros. La clave, para mí, es su vida personal. ¿Cómo se llevan con su familia, hacen lo que les gusta, son entusiastas y positivos realmente? En lo posible, seamos lo que pensamos y hagamos lo que decimos.

Esto incluye el trabajo. Es necesario desengancharse del paradigma social de “ganarás el pan con el sudor de tu frente” (lo que implica lucha, esfuerzo y competitividad).  La excusa común cuando planteo esto es: “yo trato pero no puedo”. Tratar no es suficiente y, más bien, es el pretexto para engañar y engañarse con que se está haciendo todo lo posible… pero las circunstancias no ayudan y/o uno no es capaz. Esto no es cierto. Es prioritario conocer los boicots que repetimos.  Una vez dilucidado qué verdaderamente deseamos, el tema es hacer, simplemente hacer, con perseverancia y confianza. Todo llega.

Si podemos soñar algo es porque podemos realizarlo. En realidad, está hecho en otra dimensión y sólo debemos traerlo a ésta. Si nos asociamos y co-creamos con Dios, no necesitamos nada más que permitir que suceda y poner el corazón y las manos.

Para ello, no tenemos que exigirnos ser de una forma en especial, con ser lo que somos es suficiente. En lugar de retener los dolores del crecimiento y los miedos a ser mucho más que lo mediocre que se espera, sólo tenemos que liberarnos y disfrutar/nos.

Es una nueva forma de ver y vivir. La solución está en nosotros y nosotros somos la solución para el mundo. Es tiempo de empoderar ese aspecto de “víctima” que habita en todos y responsabilizarnos de crear la vida posible y plena que es nuestro derecho.

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