miércoles, 28 de noviembre de 2012

Los modelos perfectos


“Tengo a los Ingalls como modelo de familia”.  Recordé esta frase que me dijo una amiga al observar los dramas de algunas personas.  Hace mucho tiempo, ella me contaba llorando las carencias y problemas que tenía con su familia y yo le decía que no conocía a nadie (incluida yo) que no tuviera esa clase de temas y peores todavía.  Entonces, se le iluminó la cara y expresó ese pensamiento, que vivía dentro de ella como una expectativa enorme e incumplida.

Creo que los Ingalls han malogrado a tantas familias como las comedias románticas de Hollywood a tantas parejas.  Nos hemos pasado la niñez y la adolescencia mirando cine y televisión, tomando modelos perfectos y tratando de cumplirlos en nuestras vidas, sin percatarnos de que lo que somos y lo que tenemos alrededor (sea la familia de origen o la que formamos, los amigos, el trabajo, etc.) son lo que hemos diseñado para nuestro aprendizaje.  Negarlos, frustrarnos, enojarnos, victimizarnos, no cambian esta verdad sino que la profundizan, hasta que comprendemos que no podemos ser felices imitando a otros sino aceptando lo que somos y trajimos para sanar y crear. 

Y esto no es solamente con los modelos que el mundo del espectáculo nos vende, sino también con las personas que tenemos en nuestro entorno.  No hay paciente que no piense que los otros tienen existencias perfectas, que las cosas le son más fáciles, que pueden más, que son mejores que ellos.  Me acuerdo de alguien que se quejaba de que sus hijos no la llamaban y no la consideraban, mientras que los demás tenían familias maravillosas que se amaban y vivían felices.  Esto es mentira.  Todos tenemos asuntos inconclusos que estamos trabajando; de lo contrario, no estaríamos encarnados aquí, sino flotando en una nube escuchando arpas celestiales.  Cada persona y cada familia tiene sus luces y sus sombras; ver solamente las luces de los otros y creer que las sombras nos cayeron nada más que a nosotros es una tontería cruel, un infantilismo inútil.  Así, nos perdemos de nuestras luces y del potencial que tienen para solucionar lo que nosotros mismos nos propusimos. 

El lunes, compartí las claves de los Hopis para vivir en el amor incondicional porque pensé en este tipo de situaciones justamente: padres que sufren porque sus hijos han tomado caminos que nos son “los mejores”; esposos que siguen intentando cambiar a sus cónyuges para que sean como ellos desean; empleados que vegetan en trabajos que odian porque tienen miedo de ser ellos mismos, etc.  No aceptamos lo que somos y, por consiguiente, a los demás.  No admitimos que cada uno trajo su propio camino y debe recorrerlo a su manera, a su tiempo.  No toleramos que no hay un “modelo” y exigimos que se cumpla una expectativa inmadura. 


Eres lo que eres.  Tienes derecho a explorarlo, a equivocarte, a disfrutar, a crear, a destruir, a expandirte, a… lo que quieras.  Los demás también.  A tu forma, a su forma.  El modelo lo eliges tú.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Claves de los Hopis para vivir en amor incondicional


Eres único, diferente de todos los otros. Sin reserva ni duda, permito que estés en el mundo como eres, sin un pensamiento o palabra de juicio...
No veo error alguno en las cosas que puedas decir, ni hacer, sentir y creer porque entiendo que te estás honrando a ti mismo al ser y hacer lo que es verdad para ti.

No puedo recorrer la vida con tus ojos ni verla a través de tu corazón.

No he estado donde tú has estado ni experimentado lo que has experimentado, viendo la vida desde tu perspectiva única.

Te aprecio exactamente cómo eres, siendo tu propia y singular chispa de la Conciencia Infinita, buscando encontrar tu propia forma individual de relacionarte con el mundo.

Sin reserva ni duda, te permito cada elección para que aprendas de la forma que te parezca  apropiada.

Es vital que seas tu propia persona y no alguien que yo u otros piensen que "deberías" ser. En la medida de mi capacidad, sin denigrarme o ponerme en un compromiso, te apoyaré en eso. No puedo saber qué es lo mejor para ti, lo que es verdad o lo que necesitas, porque no sé lo que has elegido aprender, cómo has elegido aprenderlo, con quien o en qué periodo de tiempo.

Solo tú puedes sentir tu excitación interna y escuchar tu voz interna, yo sólo tengo la mía.

Reconozco que, aunque sean diferentes entre sí, todas las maneras de percibir y experimentar las diferentes facetas de nuestro mundo, todas son válidas.
Sin reserva ni duda admito las elecciones que hagas en cada momento.

No emito juicio sobre esto porque es imprescindible que honre tu derecho a tu evolución individual, porque esto da poder a ese derecho para mí y para todos los otros.

A aquellos que elegirían un camino que no puedo andar o que no andaría, y aunque puede que elija no añadir mi poder y mi energía a ese camino, nunca te negaré el regalo de amor que Dios me ha concedido para toda la Creación.

Como te amo, así seré amado.

Así como siembro, recogeré.

Sin reserva ni duda, te permito el derecho universal de libre albedrío para andar tu propio camino, creando etapas o manteniéndote quieto cuando sientas que es apropiado para ti.

No puedo ver siempre el cuadro más grande del Orden Divino y así no emitiré juicio sobre si tus pasos son grandes o pequeños, ligeros o pesados o conduzcan hacia arriba o hacia abajo, porque esto sólo sería mi punto de vista.

Aunque vea que no haces nada y juzgue que esto es indigno, yo reconozco que puede que seas el que traiga una gran sanación al permanecer en calma, bendecido por la Luz de Dios.

Porque es el derecho inalienable de toda vida el elegir su propia evolución, y sin reserva ni duda, reconozco tu derecho a determinar tu propio futuro.
  
Sé que eres guiado como yo lo soy, siguiendo tu entusiasmo interno por conocer tu propio camino.


Sé que las muchas razas, religiones, costumbres, nacionalidades y creencias en nuestro mundo nos traen una gran riqueza y nos procuran los beneficios y enseñanzas de tal diversidad

Sé que cada uno de nosotros aprende en nuestra manera única para devolver ese amor y sabiduría al TODO.

Entiendo que si sólo hubiese una forma de hacer algo, sólo necesitaría haber una persona.

El amor que siento es por absolutamente todo lo que ES.

Sé que cada cosa viva es una parte de una conciencia y siento un amor profundo por cada persona, animal, árbol, piedra y flor, por cada pájaro, río y océano y por todo lo que es en el mundo.

Vivo mi vida en servicio amoroso, siendo el mejor yo que pueda, haciéndome más sabio en la perfección de la Verdad Divina, haciéndome más feliz, más sano, y cada vez más abundante y gozoso.

Aunque a lo largo del camino puede que me gustes, sienta indiferencia por ti, o me disgustes, no voy a dejar de amarte, de honrar tu singularidad y de permitirte ser tú.

Esta es la llave de la paz y armonía en nuestras vidas y en nuestra Tierra porque es la piedra central del Amor Incondicional.

Creamos el mundo que creemos.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Tu co-creación



Tu vida es tu diseño sagrado.  En gran medida, la planeaste así antes de nacer para aprender, para crear, para amar, para servir a Todo Lo Que Es.  Tú puedes con ella.  Acéptala, responsabilízate, libera el potencial, disfrútala, ilumina el mundo.  Cada flama contribuye a la Luz.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿A qué te recuerda?




En el vientre de una mujer embarazada estaban dos criaturas conversando cuando una le preguntó a la otra:

—¿Crees en la vida después del nacimiento?

La respuesta fue inmediata:

—Claro que sí. Algo tiene que haber después del nacimiento. Tal vez estemos aquí principalmente porque precisamos prepararnos para lo que seremos más tarde.

—Bobadas, ¡no hay vida después del nacimiento! ¿Cómo sería esa
vida?

—Yo no lo sé exactamente, pero ciertamente habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y comamos con la boca.

—¡Eso es un absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer con la boca? ¡Es totalmente ridículo! El cordón umbilical es lo que nos alimenta. Yo solamente digo una cosa: la vida después del nacimiento es una hipótesis definitivamente excluida: el cordón umbilical es muy corto.

—En verdad, creo que ciertamente habrá algo. Tal vez sea apenas un poco diferente de lo que estamos habituados a tener aquí.

—Pero nadie vino de allá, nadie volvió después del nacimiento. El parto apenas encierra la vida. Vida que, a final de cuentas, es nada más que una angustia prolongada en esta absoluta oscuridad.

—Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del nacimiento, pero, con certeza, veremos a mamá y ella cuidará de nosotros.

—¿Mamá? ¿Tú crees en la mamá? ¿Y dónde supuestamente ella estaría?

—¿Dónde? ¡En todo alrededor nuestro! En ella y a través de ella vivimos. Sin ella todo eso no existiría.

—¡Yo no lo creo! Yo nunca vi ninguna mamá, lo que prueba que mamá no existe.

—Bueno, pero, a veces, cuando estamos en silencio, puedes oírla cantando, o sientes cómo ella acaricia nuestro mundo. ¿Sabes qué? Pienso, entonces, que la vida real sólo nos espera y que, ahora, apenas estamos preparándonos para ella…

lunes, 19 de noviembre de 2012

¿Qué es "más fuerte que yo"?


Esta frase la escucho continuamente, en general referida a emociones desbordadas, a heridas de la niñez, a traumas, a actitudes enquistadas.  Tiene la fuerza de un destino escrito, de una condena eterna, de un castigo merecido.

Se origina en la concepción equivocada de que hay cosas que están fuera de tu control.  Obviamente que hay cuestiones que no funcionan bajo tu dominio, pero todo lo que se refiere a tu ser interno y a lo que éste puede crear en el exterior constituyen tu derecho y tu responsabilidad.

Un área en la cual repites mucho esta aseveración es con las emociones. Como son tan intensas y te toman de lleno, crees que son demasiado poderosas para ti.  En principio, ellas provienen de ideas,  no aparecen de la  nada, son pensamientos pasados al cuerpo.  Tú puedes pensar que Juan es un agresivo y no te pasa nada.  Pero, si Juan viene y te dice algo que no te gusta, tú reaccionas con una emoción de enojo, que te acelera la respiración y te tensa los músculos; quizás te energizas buscando responder o te reprimes callándote. 

Esto te pasa siempre.  Tus concepciones acerca de ti, de la sociedad, de las relaciones, del trabajo,  provienen de un relato personal, aprendido en la niñez y la adolescencia.  Ese relato funciona como la Plantilla Normal de tu sistema y tú creas tu mundo de acuerdo a ella, pensando y sintiendo ciertas cosas y no otras.  Funcionas “por defecto”, sin elección conciente… pura reacción predeterminada. 

Como las emociones están atadas a nuestros Niños Internos, ellos te manejan ante cada situación que les recuerda algo que les sucedió.  Debido a que ellos no podían con esa situación y eran invadidos por emociones incontrolables, tú sigues creyendo que tampoco podrás, que son más fuertes que tú.  El tema es que tú ahora eres (parece) un adulto.  Tal vez, has creado nuevos pensamientos desde esa posición acerca de esos asuntos, pero no los has incorporado.  Son teorías, tus Niños siguen manejándote con el pasado.

Entonces, el tema es que comiences a darte cuenta de este juego y te dediques a sanar a esos Niños, explicándoles lo que no comprendieron, dándoles reconocimiento y cariño, permitiéndoles jugar en tu vida con su alegría, su inocencia, su ilimitada  creatividad, su fuerza.

Desde un punto de vista espiritual, la personalidad que tú desarrollaste desde tu infancia contiene el aprendizaje que tu alma decidió hacer en esta encarnación.  No podrás escapar de él nunca, porque no es solamente un trauma pueril para esconder debajo de la alfombra sino la oportunidad de sanar aspectos y de liberar el potencial de felicidad y plenitud que trajiste y que es tu derecho.  Así, no serás verdaderamente tú hasta que liberes los condicionamientos que tu Niño Interno te propone como aprendizaje.  ¿Es difícil?  Es más fácil de lo que imaginas.  El universo conspira para que despiertes, te conectes y seas libre. 


En esta hermosa labor, estás siendo guiado y sostenido por tu Ser y por entidades de Luz… si tú accedes.  Como tienes libre albedrío, ellos no pueden intervenir si tú no das el permiso, si tú no pides ayuda.  Eso no significa que te sientes a esperar que el Cielo se abra y Dios en persona baje a asistirte.   El trabajo es tuyo.  Una vez que tú demuestres que estás dispuesto a perseverar, irás recibiendo el apoyo necesario en cada tramo del camino, progresivamente.  No es necesario que sepas todo el recorrido: da el primer paso y espera confiado que el camino vaya surgiendo en cada pisada.

¿Qué puede ser más fuerte que el Amor y la Luz que residen en ti, esperando que los actives?  ¿Cómo permites que tu Niño siga sufriendo lo mismo año tras año, mientras aguarda que lo abraces y lo contengas?  ¿Qué mundo estás repitiendo, cuando hay otro que aguarda ser creado desde la sencillez, la fluidez, la abundancia, la alegría?  ¿Cuándo comenzarás?  Un universo luminoso espera por ti.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Vives "por defecto"?


Cuando escuché esta frase fue referida a computación e implica que, cuando un sistema se ajusta por defecto, los valores serán los que se fijan como la plantilla normal.  Por ejemplo, si quieres guardar un documento se abrirá “Mis documentos” siempre.  Si deseas otro lugar, tendrás que elegirlo en ese momento.  Viene de una lógica no monotónica.

Pensé que todos nos movemos con esa lógica.  La plantilla normal de nuestra vida ya está establecida.  Ni siquiera nos necesita: reacciona de acuerdo a lo instaurado en nuestra niñez.  Si no te encargas de conocerla y cambiarla, subsistirás “por defecto” y, peor, por lo más asentado en la plantilla: heridas, traumas, sufrimiento, etc.



Creo que somos verdaderamente humanos divinos cuando vivimos por elección.  Cuando reconocemos lo que vinimos a aprender y liberamos el potencial para SER.  Este eclipse, estos tiempos, nos están mostrando los defectos de la plantilla.  Aprovéchalo!

lunes, 12 de noviembre de 2012

Medicina y salud: ¿cuál es tu posición?


No suelo escribir sobre estos temas, pero una nota que leí me dio pié para incluir algunas reflexiones sobre la salud.  La nota en cuestión era al conocido médico clínico Aldo Barsanti.  Una de las cuestiones abordaba la enorme cantidad de estudios clínicos a las que nos sometemos (nunca mejor utilizada la palabra) como corderitos, diría yo.

Hace un tiempo, me alarmaron los numerosos Rayos X que me sacaron por arreglos dentales y recordé cuántas veces me los habían hecho a lo largo de mi vida… decenas!  ¿Acaso no se acumulan en el organismo, al igual que con el sol?  Dice Barsanti: “una cámara gamma o una tomografía computada de tórax, abdomen y pelvis producen una exposición a radiación similar a la que puede recibir un radiólogo en un año.  Suele no tenerse en cuenta las consecuencias de aplicar sobre los pacientes estas dosis de radiación, sobre todo cuando no hay necesidad”.  Las mujeres estamos más expuestas por las mamografías.  Leí que en Estados Unidos se estaban haciendo cada vez más espaciadas, porque se había probado que no era necesario ni útil abundar en ellas, además del problema de la radiación en mamas y tiroides. 

El tema que surge aquí es el del diagnóstico precoz o de la prevención.  Afirma Barsanti: “Contrariamente a la noción popular que los cánceres son universalmente dañinos y finalmente fatales, algunos tumores pueden no progresar o hacerlo tan lentamente que no generan daño antes de que el portador muera por otras causas.  Estudios de autopsias demostraron que hay un gran reservorio de enfermedades subclínicas en la población general, incluyendo varios cánceres, especialmente próstata, tiroides y mama, la mayoría de los cuales no generaban daño en el momento de la muerte”.

Es interesante que el Dr. Barsanti sea médico clínico.   Antes, ellos hacían de su conocimiento del paciente y de su intuición (“ojo clínico”) la base de su profesión. Creo que quedan pocos ya, porque ahora todos son especialistas.  Casi nadie nos observa como una unidad, sino que nos miran por pedazos cada vez más chicos.  Así, cada uno pide estudios separados y redundantes y, lo peor, nos medican muchas veces sin interesarse en qué otras cosas estamos tomando, creando sinergias peligrosas.  Como tienen poco tiempo para dedicarnos, nos preguntan por encima y nos despachan con multitud de estudios.  Además del tiempo, influye la creencia, tanto en médicos como en pacientes, que la tecnología es la mejor diagnosticadora. 

Cuando les llevamos los resultados, la más mínima desviación de los standards puede ser suficiente como para que salgamos con una receta con el último medicamento estrella de alguna multinacional.  Y si  no lo hacen, nosotros se los pedimos, porque la responsabilidad no es sólo de ellos.  Las causas de esta sobrediagnosticación, en palabras de Barsanti, son: “las buenas intenciones; el avances tecnológico capaz de descubrir anormalidades cada vez menores; la medicina defensiva: los médicos temen sentirse culpables o enfrentar demandas judiciales por no detectar signos tempranos de enfermedad; la creencia en el diagnóstico precoz alimentada por la profunda fe en la tecnología e incentivada por el complejo médico industrial, que también fomenta la confusión entre estar en riesgo de padecer una enfermedad o realmente padecerla; el escaso tiempo que los médicos dedican a escuchar y examinar detenidamente a los pacientes”.

“Las anormalidades detectadas pueden no estar relacionadas con los síntomas o quizás aparezcan en estudios innecesarios de pacientes asintomáticos (llamados hallazgos incidentales), muchos de los cuales generarán etiquetas de enfermedad o inducirán conductas terapéuticas por hallazgos que realmente no sabemos adónde conducen”.  Estas palabras del doctor me hicieron acordar unas cuantas oportunidades en las que ya me estaban operando o dando medicación fuertísima por cosas que resultaron pasajeras o leves o inexistentes.  Desde chica, no sé porqué, tuve una rara relación con los médicos.  La primera vez que recuerdo haberme resistido fue a los cinco años, cuando me quisieron hacer una prospección de las amígdalas con una pinza puntiaguda quemada en el fuego y di tantas patadas y gritos que no pudieron (lo que me permitió conservarlas).  Desde allí, tomé los diagnósticos como “opiniones”: la decisión siempre es mía, como las responsabilidades.

Mi cuerpo es mío.  Soy conciente de las somatizaciones  con las que lo he castigado a lo largo de los años, así que, frente a cualquier cosa, busco qué me está pasando a nivel psicológico, para poder descargarlo de tantas afrentas y problemas.  En los últimos años, con los síntomas de la Ascensión, esto se ha ampliado y he tenido grandes depuraciones, que se han mostrado a veces importantes, pero transitorias.  En este momento, no tomo ningún remedio (en mi juventud, llevaba una farmacia en la cartera).  Estoy sana y planeo seguir así por el resto de mi vida. 



Creo que una vida sana depende de algunos factores internos y otros externos.   Estos últimos son la alimentación, el movimiento, un trabajo que llene el corazón y el bolsillo, una vida elegida y amada.  No creo en dogmatismos ni excesos de ningún tipo.  Como de todo, tomo un poco de vino, me encanta ir a bares y restaurantes, tomo medicamentos si lo considero necesario, hago un poco de ejercicio (soy vaga), ayudo con multivitamínicos, agradezco y disfruto cada momento.   Encuentro que hay personas que creen que haciendo cosas externas solucionarán todo, especialmente las enfermedades y la muerte.  “Lo esencial es invisible a los ojos”, les diría, recordando al Principito.  Sólo podemos estar sanos verdaderamente si comprendemos el juego: somos seres espirituales haciendo una experiencia humana.  Soltar los condicionamientos que nos hemos impuesto (la lucha, el sufrimiento, la carencia, la limitación, el miedo, etc.) y liberar el precioso potencial que traemos para aprender, evolucionar, crear, amar… es lo esencial.  Quizás,  nos demos cuenta finalmente que la Vida no exige tanto sacrificio y agobio, sino simplemente ser felices.

Respira, siente la Tierra sosteniéndote, al Sol iluminándote, aprecia este mundo amable y maravilloso, acéptate y ámate así como eres: un ser maravilloso.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Aceptación


Esta palabrita genera muchas olas… en las cuales algunos se ahogan.  Como tenemos tan internalizado el concepto de luchar, de resistir, de ser fuertes hasta la rigidez, de no romperse, aceptación suena a derrota, a fracaso, a rendirse, a no poder.  También sugiere resignación, conformismo, aguante, sometimiento.  

Como escribí en el Curso de CREACIÓN INTEGRAL: “Se piensa que, al aceptar, se pierde eficacia, poder, objetivos, fuerza.  Al contrario, se genera un gran dinamismo al reutilizar positivamente la energía que se pierde en luchar y ponerse en contra de uno mismo, de los demás y de la Vida.  ACEPTAR significa no clasificar ni juzgar, permitiendo que la Vida se explique por sí misma, en la fe de que lo que pasa tiene un propósito (el mejor), aunque no lo entiendas en el momento.  Es una actitud de apertura, juego y aprendizaje, que va creando confianza interna”.



¿Cómo incorporarla en la vida cotidiana?  Dejando de reaccionar, quejarte, lloriquear, enojarte, victimizarte, justificar, explicar, etc, etc., frente a cualquier cosa que no te guste, que no es como “debería” ser, que no se ajusta a tus expectativas, que te “cae”,   TODO tiene que ver contigo.  Respira, céntrate y pregúntate: “¿para qué es esto?”.  Si te das cuenta, responsabilízate.  Si no, igual comprende que es parte de tu evolución, que tu alma lo diseñó para algo y confía (la palabrita melliza de aceptación) en que es para tu mayor bien y el de todos.  Serénate y pon conciencia en cada acto, pensamiento, palabra.  Encuentra la tercera posición (sal de la dualidad) y comenzarás a fluir armoniosamente.

lunes, 5 de noviembre de 2012

¿Culpa de ser tú?


Tema recurrente en terapia: la culpa.  Por si hago, por si no hago; por si soy egoísta, por si doy demasiado; por si fui esto o aquello; por si tengo, por si no tengo… por cualquier cosa… el ego siempre se las ingenia para encontrar motivos.

Nace en nuestra infancia, cuando nos manipulan/amenazan con dejar de amarnos, de reconocernos, de apoyarnos, de estar, porque no somos como nuestros padres quieren que seamos.  Revoltosos, gritones, llorones, sensibles, agresivos, encerrados, salidores, lectores, volados, contestadores: podemos ser de muchas formas, pero si no se adecúan a lo que ellos esperan, nos tratan de formar a su imagen y semejanza o a lo que ellos piensan que es lo mejor para nosotros. 

La manipulación puede darse explícitamente (“no te voy a querer más si haces esto”, “me lastima que seas así”, “está mal que pienses de esta forma”, “no eres capaz de hacerlo”) o implícitamente (silencios, gestos represores, falta de cariño, no hablar de determinados temas).  El hecho es que nos queda una sensación interna de que somos inadecuados, insuficientes, malos, erróneos, feos, anormales, etc. 

Podemos responder siendo adaptados o rebeldes.  Los primeros ceden y se transforman en niños buenos, siguen las reglas, se conforman al sistema.  Los segundos  continúan reclamando aceptación a través de conductas agresivas, de hacer lo contrario a lo que se espera de ellos, llevando sus exigencias a la sociedad a través de luchas por distintas cosas.  En la base, ambos son dos caras de la misma moneda.  Cambia la actitud, pero siguen sintiéndose incompletos, necesitados, incorrectos. 

De esta falta de aceptación de uno mismo nacen los “debería”, los “tengo que”, que martirizan con sus exigencias y perfeccionismos.  Lo que está en el fondo es “si fuera de tal forma, entonces tendría...”.  Nos llenamos de pequeños y grandes programas para lograr metas exteriores, para adaptarnos y manipular como hicieron con nosotros, para tapar el vacío y lo que consideramos malo, para cambiarnos por lo que parece ser el modelo social de éxito. Es la fórmula de la desdicha y la frustración, porque sólo podemos ser felices siendo quienes somos y no otros. 

Como es imposible dejar de ser uno, aparece la culpa y ésta exige castigo.  ¡Y somos muy ingeniosos en castigarnos!  Y crueles, porque buscamos nuestros lugares más preciados y sensibles.  Y porque lo hacemos eterno: no bastan unos años, es cadena perpetua.  Cada nueva caída clama otra sentencia y así andamos, dejando en la cárcel a nuestros Niños Internos, privados de amor y apoyo.


¿Cómo lo liberas?  Reconociéndolo y aceptándolo así como es: un niño maravilloso, original, precioso, lleno de dones y cualidades, inocente, alegre, entusiasta, deseoso de jugar en el mundo a sus anchas, ilimitado.  Perdonando a tus padres (porque forman parte de la cadena de culpabilidad e inconciencia de la humanidad; porque hicieron lo que podían o creían mejor o repitieron con ellos; porque tú los elegiste para acabar con el asunto,) y a ti mismo, por sobre todo. 

La conciencia es el antídoto.  A tu Ego le falta todo.  A tu Ser no le falta nada, es completo.  Cuando comprendes, rompes el hechizo y encuentras la paz de ser tú mismo.   Transfórmate en los Padres amorosos y contenedores que tu Niño necesita.  Así se rompe el círculo vicioso.  Llévalo de aliado en tus juegos.  Deja de ser ese ser abrumado, exigido, pesado por la carga de la culpa y entiende que viniste a jugar en un mundo amable.  Dale cariño, apoyo, contención, halagos.  Rían juntos, iluminando el mundo.