miércoles, 29 de julio de 2015

Lástima, compasión, empatía, confianza

Charlando con un amigo acerca de las dificultades de otro, le hice un comentario y reaccionó con un: “¡qué poco compasiva!”.  No hay mejor reflexión que la que se hace en voz alta con alguien, porque nos permite elaborar más articuladamente un concepto y contrastarlo con las discordancias del otro, así que aproveché para profundizar en algo que me está dando vueltas desde hace un tiempo.

En las últimas semanas, escribí reflexionando acerca del servicio y el desapego, proponiendo otra forma de considerarlos.  La compasión tiene relación con ellos, porque tendemos a vincularla con la lástima, con “pobrecitear” (un verbo inventado por mí cuando era chica, al escuchar a mis tías exclamar constantemente  ¡pobrecito! ante cualquier mínima o gran cosa que le sucedía a alguien).  Me irritaba esa forma de ningunear la capacidad del otro, enganchándose en la proyección que les producía. 

Aunque no nos gusta pensarlo de esa forma, casi toda la simpatía que tenemos por los demás está basada en una proyección inconciente: sufrimos por lo que nosotros sentiríamos si nos pasara eso.  La mejor forma de evitarlo es conocernos y  trabajar internamente en ese asunto, de otra forma terminamos descargando nuestras emociones en los demás y haciendo lo que nos gustaría que hagan con nosotros… que generalmente no es lo que le serviría al otro…

Hay un trasfondo de poder en esta actitud.  Al igual que con la ayuda, supone creer que sabemos qué es lo mejor para el otro.  Con esto, los anulamos como seres con poder para decidir y crear.  Por eso, no resulta extraño que se utilice tanto el “servicio” como asistencialismo y termine siendo una forma de manipulación y control.



Por el contrario, la empatía  es una habilidad tanto cognitiva como emocional, en la cual somos capaces de ponernos en la situación emocional de otro.  Esto no significa que lo carguemos con el sufrimiento propio ni que le impongamos algún curso de acción que nos parece el mejor, sino que reconocemos la situación (apoyándolo) y que descontamos que puede resolverla por sí mismo.  Es un voto de confianza en la capacidad resciliente de cada persona para desarrollarse y construir. 

A los ojos de los demás (y hasta a los míos), me he vuelto cada vez más fría y “poco compasiva” como dijo mi amigo.  Lo que he observado es que ya no me creo las excusas de nadie, porque todos tenemos problemas.  Es la forma de evolucionar.  Si estamos encarnados, estamos enfrentados a desafíos.  Nadie está exento.  Justificarnos con ellos o comparar dolores no nos disculpa ni nos favorece. 


Esto implica dos invitaciones.  Una es que dejemos de usar el sufrimiento como único proceso  y que desarrollemos la conciencia en su lugar.  El otro es que nos asumamos como seres con libre albedrío y facultad de crear.  En la medida en que nos transformemos en personas libres, empoderadas, creativas, serenas, amorosas y alegres, les daremos a los demás esa misma oportunidad y construiremos otra Humanidad entre todos.  

miércoles, 22 de julio de 2015

¿Quieres ser feliz o tener razón?

Como buena ariana, he sido muy discutidora.  Con una sed por aprender y saber inmensas, mis conocimientos me hacían imbatible.  Inconcientemente, ponía mucho de mi autoestima en ello.  Con el tiempo, eso me trajo problemas porque podía ser invasiva o mostrarme como sabelotodo.  Empecé a callarme y seleccionar mucho cuándo era necesario hablar.  El silencio me está pareciendo una gran opción.

Pero, había otro tema detrás: querer tener razón.  No es solo algo que me pasara a mí: todos desean que su punto de vista sea el vencedor o que sus decisiones sean aprobadas.  Gastamos una gran cantidad de energía en eso, al punto que podemos perder amigos o familia por intentar convencer a los demás (y “ganar”).

Cada asunto puede ser observado desde diferentes niveles y muchas veces lo que es cierto en uno, no lo es en otro.  La mayoría tiende a ver solo una parte (la que le conviene) y pelea para negar o desestimar la otra.  Eso los hace vulnerables y pasibles de ser engañados.  Por supuesto que existen puntos ciegos en todos: para eso sirve escuchar, ya que así nos enriquecemos al sumar niveles que nos resultan difíciles de advertir o entender por nuestro carácter y experiencias.  Lamentablemente, pocos adoptan este beneficio. En lugar de ser más inclusivos, estamos cada vez más más intolerantes.

Como es normal, esto tiene que ver con la dualidad.  Nos identificamos con un extremo y rechazamos el otro.  Al reconocer la totalidad, podemos comprender integralmente un asunto o una persona.  Esto nos lleva al desapego, ya que no necesitamos tomar partido fanáticamente o amar/odiar a alguien enteramente.  En la aceptación, cesa la lucha.



Últimamente, un dicho me da vueltas: “¿Quieres tener razón o ser feliz?”.  Quiero ser feliz.  En el fondo, no es una decisión superficial ni que me vino por descarte.  Se fue dando naturalmente, al irme desapegando.  Las supuestas grandes opciones (religiosas, políticas, sociales) no me importan ni me representan.  En las pequeñas (alimentación, ropa, entretenimientos) fluctúo de acuerdo a mi necesidad. 

Al aceptarme totalmente, puedo reconocer que soy todo y que formo parte del todo, recibiendo todo en presencia total.  Parece un juego de palabra pero es una vivencia que se va haciendo más fuerte y que me permite estar en armonía.  Thich Nhat Hanh dijo: “El milagro no es caminar sobre el agua. El milagro es caminar sobre la tierra verde en el presente, para apreciar la belleza y la paz de la que se dispone ahora”.  Creo que la felicidad tiene mucho que ver con la paz interior.


Me parece que nos identificamos con partidos políticos o religiones o grandes ideas y discutimos enfáticamente porque no nos hemos tomado la sagrada labor de conocernos y conectarnos.  En mi experiencia, al hacerlo terminamos soltando todas esas anclas y encontrando verdades vivenciales pequeñas y cotidianas, que llenan el corazón y permiten reconocer lo extraordinario de la Vida.  Lo paradójico (y toda verdad es una paradoja) es que tenemos que pasar por todo lo anterior para llegar a esa conclusión.  Sea como sea, es un viaje maravilloso y no cambiaría nada del recorrido.  ¿En qué parte del camino andas?  Privilegia tu felicidad.

miércoles, 15 de julio de 2015

Caminata meditativa y encuentro con los árboles



Junto a otros Terapeutas, te invitamos a caminar en silencio, disfrutando de vos y de la naturaleza, para luego encontrarte con tu árbol y conectarte.  Te esperamos.


miércoles, 8 de julio de 2015

Niños y Adolescentes buscando liberación

Estamos en una montaña rusa.  O eso es lo que parece…  Estos meses han sido bastante caóticos: confusión, vaivenes, indefinición, liberaciones y atisbos de lo nuevo, subidas y bajadas constantes.  Esto ha tenido mucha repercusión en el cuerpo: problemas en el sistema digestivo (mostrando cómo procesamos los cambios), en la piel (las defensas), enfermedades graves (señalando que es imperativo una solución verdadera), etc.  Julio parece presentarse un poco más estable, pero con trabajos más profundos. 

He notado que conflictos relacionados con el Niño Interior y el Adolescente están presentándose con fuerza, para ser limpiados y permitirnos elegir otras direcciones.  Es difícil porque estamos impacientes, agotados e intransigentes.  ¿¡Hasta cuándo!?   El aprendizaje siempre está ligado a asuntos de la niñez, por lo que, si tenemos temas inconclusos, sería tiempo de elaborarlos y liberarlos, porque no habrá evolución verdadera sin esa condición.

Quizás, se están presentando nuevas opciones que nos dan ilusión y esperanza y, por otro lado, hay resistencias e inseguridades que las opacan o boicotean.  Nuestro Niño Interior nos detiene y nos angustia.  Preguntémosle: ¿cómo está?,  ¿qué asimiló de nuestros padres acerca de sí mismo, de la familia, del mundo?, ¿cómo lo lastimó el entorno?,  ¿Se siente solo, indefenso, apartado, raro, exigido, lleno de “deberías”?  Es muy probable que nos esté manejando inconcientemente, con emociones que nos abruman y pensamientos limitantes y reiterativos.

Por otro lado, estamos también en etapas de crecimiento hacia un nuevo paradigma, por lo que nuestro Adolescente está hormonal, deseando el cambio y temiéndole; queriendo rebelarse ante la autoridad e inseguro; lleno de energía y cansado; queriendo ser distinto y a la vez adaptado; omnipotente e hipersensible.  Toda clase de dualidades lo embargan y da un paso para retroceder tres.



Siendo (teóricamente) adultos, hemos pasado por experiencias dolorosas, que especulamos haber superado porque las barrimos bajo la alfombra, en tiempos veloces que nos hacen creer que avanzamos cuando en realidad corremos en una caminadora mientras el telón de fondo avanza.  Internamente, somos los mismos Niños asustados.  Debemos ver claramente nuestros sufrimientos y limitaciones y el contexto en el que surgieron para poder resignificarlos, optando por nuevos conceptos y acciones.  Lo peor que podemos hacer es victimizarnos, siendo pasivos o luchando por ser otros.  Ninguna de estas opciones ayuda.  Aceptarnos es la clave, siendo pacientes y asumiendo la responsabilidad de una vida creativa y auténtica. 

El Ego es rígido y, solo cuando está harto y en el límite de la resistencia, es cuando podemos entregarnos a la guía de nuestro Ser.  Está acostumbrado a controlar, a no avanzar si no tiene contrarrestados los posibles problemas, a esperar que el panorama esté completamente abierto.  Ya no le funcionan estas estrategias…  No sabemos cómo confiar.  Es necesario aprenderlo, poco a poco.  ¿Y qué implica?  Creer que nuestro Ser nos llevará a lo mejor para nosotros; estar atentos a las señales; escucharnos y seguir la intuición; conectarnos con nuestro cuerpo; aceptar que lo que sucede tiene una enseñanza y una liberación; contenernos y centrarnos en medio del caos, porque la paz es un recurso que poseemos y es cuestión de dejarla surgir. 


Tu Niño y tu Adolescente también están colmados de alegría, confianza, inocencia, libertad, valentía, etc.  Solo precisan de la claridad y contención de tu Adulto.  Lo que necesitas está dentro de ti, no afuera.  Toma la decisión de vivir todos tus aspectos creativa y luminosamente, guiado por tu Ser y sostenido por la Nueva Energía.