miércoles, 27 de abril de 2016

Tu cuerpo es humano y es sagrado

Carrocería, traje, hardware, vehículo, descartable, máquina, envase, impureza…  Así llamamos al cuerpo…  Así lo rechazamos, lo negamos, lo despreciamos…  Como si fuera poca cosa, insuficiente, como desecharíamos un planeta o una estrella. ¿Por qué no?  ¿No son materia también?
                                                                               
En este afán de “elevarnos”, ya sea a lo mental o a lo espiritual, lo físico se denigra como algo menor, sucio, prescindible.  Casi todas las religiones han menospreciado el cuerpo como el recipiente indecoroso que contiene lo importante.  En las sociedades modernas, se lo exhibe como un trofeo, se lo mecaniza para que haga lo que la mente quiere, se lo anestesia con pastillas para que no moleste.  Pocos lo escuchan…

Si elegimos encarnar (estar en la carne), ¿por qué ese afán por menoscabarla?  Eso hacen los “espirituales” mientras los “materialistas” solo viven en la dimensión de lo concreto sin explorar lo sutil.  Unos y otros no integran, no comprenden que ambos hablan de lo mismo, que se reflejan.  ¿Cómo?  Acerca de la conexión cuerpo-mente, he subido a mi página el libro “Usted puede sanar su vida”, un clásico de Louise Hay, que brinda un resumen muy claro en sus páginas finales.  En cuanto a la conexión energética, escribiré en el blog en esta semana.


Nuestro cuerpo no es una casualidad, el buen o mal resultado aleatorio de los genes de mamá y papá.  Revela nuestra personalidad (por eso, un entendido puede “leerla” al observarlo) y nos da claves constantes acerca de lo que hemos vivido, lo que estamos experimentando y los miedos del futuro.  El cuerpo habla.

Vivir una espiritualidad desconectada de lo físico, meditar para escapar de los desafíos, obsesionarse con la alimentación o la salud, tratar de vivir fuera de la realidad, son estrategias inútiles porque lo que vinimos a experimentar, a aprender, a crear pasa por el cuerpo necesariamente.  No hay una existencia de tercera dimensión, material y prescindible, sin significado ni propósito: ella muestra y encarna la espiritualidad que hemos elegido probar. 


Nos encanta leer sobre desarrollo personal y apreciamos las historias de personas valerosas pero, cuando nos sucede a nosotros, queremos escapar y le echamos la culpa a alguien en lugar de apreciarlo como la oportunidad de evolucionar.  Tal vez porque hemos abusado de aprender a través del sufrimiento.  Creo que estamos en tiempos de aprender por medio de la conciencia.  ¿Y si nuestra misión ahora consistiera en ser felices?  ¿En amar y ser amados, en desplegar alegría, en convertirnos en sabios, en disfrutar de estar en este maravilloso planeta-hogar?  El cuerpo es tu amigo en ese proceso y está acomodándose para contener más energía.  Acéptalo, ayúdalo, mímalo, honra tu elección, escúchalo.  Te lo compensará con creces.

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