viernes, 28 de julio de 2017

Esto también pasará



La vida tiene ritmo.  Al ego no le gusta eso porque quiere estar siempre bien y avanzando, por lo que detesta los bajones y las retiradas.  Sin embargo, somos como las olas del mar, como la respiración, como la noche y el día: contracción y expansión.

Negar este hecho nos estresa y nos frustra; cuando estamos arriba, deseamos que eso siga y, cuando estamos abajo, queremos que se termine rápido.  Cada fase tiene su propósito y su tiempo.  Una frase que sirve es: “Esto también pasará”; ni una ni otra son eternas (a menos que nos obsesionemos con la fase baja y nos hagamos adictos al dolor, el sufrimiento y la lucha, que eso existe).

Disfrutemos las olas altas y aprendamos de las bajas.  Todo tiene su tiempo bajo el Sol y la Tierra nos sostiene y nutre en ambas.  Siendo realistas y aceptando cada una, sacaremos provecho de todo.

Todo tiene consecuencias: sé responsable por tus creaciones

Se había roto un caño en mi cocina y arruinado un mueble en la vecina del piso de abajo.  Cuando el plomero le sugirió que pida que se lo cambien, ella dijo riéndose: “Sí, total lo paga el consorcio”.  Pensé: “El consorcio somos todos, tú y yo también”.  Es como cuando se comenta: “Total, lo paga el Gobierno.”

Es un típico pensamiento argentino (y sospecho que latinoamericano): el Gobierno es una entelequia (en el sentido de algo perfecto e ideal que solo existe en la imaginación), sostenido por el aire y el dinero de quién sabe quién…  Parece que nadie toma en cuenta que el gobierno somos todos y que todos lo mantenemos con nuestro trabajo y nuestros impuestos. 

En lo espiritual, es como cuando decimos “Todos Somos Uno” como una hermosa teoría pero vivimos exactamente lo contrario: creemos que todo se queda en nuestra pequeña burbuja energética pero resulta que pasa al Inconsciente Colectivo de la Humanidad, alimentando cualquier clase de inequidades y desastres. 

Cuando nos enojamos por algún hecho y decimos: “¡Tiene que morir de la peor manera!”; cuando vemos por décima vez un asesinato y rumiamos: “Esto es una lotería: uno sale y no sabe si vuelve; nos pueden matar en cualquier momento”; cuando el vecino nos molesta y pensamos: “¡Qué tipo de porquería, ojalá le pase algo!”; cuando posteamos hermosas frases en Facebook y después insultamos al gobierno de turno o nos quejamos de todo: ¿asumimos que esto no tiene derivaciones, personales y sociales?



Todo tiene consecuencias, todo nutre el acervo común, nada se pierde.  Si existe una demanda, habrá una oferta.  Si crees que te asaltarán en cualquier momento, estás creando la situación y al ladrón.  Si piensas que alguien te ayudará y que juntos podrán asociarse en un emprendimiento, estás creando la empresa y al socio.  ¿Qué eliges?

De eso se trata: TÚ ELIGES.  Si quieres un mundo mejor, comienza a crearlo pensamiento a pensamiento, palabra a palabra, emoción a emoción, acto a acto.  Todo cuenta.  Estamos elevando la vibración, pasando de una realidad a otra.  No es un ensayo, es la realidad.  Eres parte de un cambio impresionante, de un paso maravilloso de la Humanidad.

Estamos pasando del control del ego a la guía del alma.  La resistencia es enorme pero no tenemos que engancharnos de ella.  Respiremos, conectemos con el cuerpo, con el presente, encontremos la suave luz del corazón y creamos posible la creación de un nuevo mundo.  Ya está aquí.  Requiere de tu participación total.


lunes, 3 de julio de 2017

Del Ego infantil a la madurez espiritual

“Yo sé que esto es una reacción infantil, pero no sé cómo ser madura”, me dice una consultante, luego de contarme cómo estuvo llorando sin parar por una situación que no puede manejar de otra forma.

La palabra YO nos da la ilusión de que hay UNO.  Somos una multitud.  Cantidad enorme de Aspectos conviven en nosotros: el miedoso, el soberbio, el generoso, el sádico, la víctima, el trabajador, el vago, el iluminado, el orgulloso y podría seguir hasta llenar páginas.  Las voces de todos ellos nos hablan constantemente y nos confunden, nos limitan, nos enloquecen, nos aclaran, nos ayudan, nos constituyen.

Basta que queramos tomar una decisión para que aparezcan: “No puedo”, dice el Miedoso; “¡Qué fantástico!”, dice el Arriesgado; “Sería un buen aprendizaje”, dice el Sabio; “Es muy complicado”, dice el Lógico y así cada uno de nuestros personajes se presenta con su punto de vista y, más de una vez, terminamos tan aturdidos que no hacemos nada.

Para complicarla, la mayoría de estos Aspectos se han quedado en la niñez.  Fueron moldeados a través de las experiencias acumuladas hasta los ocho años y reaccionan de una manera infantil, con las mismas emociones de cuando teníamos cuatro.  Aquí observamos otra ilusión: la de que somos adultos.  Somos niños en cuerpos grandes. 

Esto sucede porque dejamos de crecer.  Nos llenamos de información, de carreras universitarias, de teorías, de modelos externos, de “deber ser, tener, hacer”, pero no hemos evolucionado como individuos.  Interiormente, en la realidad, seguimos atados a lo que nuestros Niños Internos todavía no pudieron sanar ni elaborar.



¿Es malo tener un Ego lleno de Aspectos?  ¿Hay que negarlo, destruirlo, ensalzarlo?  No, hay que reeducarlo.  Cuando un consultante me cuenta que sus voces internas lo vuelven loco (de miedo, de posibilidades, de rabia), le pregunto qué hace y normalmente me dice que nada, que no puede con eso, que es más grande que él, que no se le ocurre cómo soltarse, que es así, que siempre fue así…

En el fondo, está diciendo que es un niño impotente.  Y, en cierto forma, lo es, porque nunca lo ayudó a crecer, no lo confortó, no lo contuvo, no le mostró otras variables, solamente le siguió la corriente.  “Si fuera tu hijo y comenzara a correr por la habitación, gritando y rompiendo todo, lleno de miedo, ¿solo lo mirarías, sin hacer nada?”, le pregunto.  “Por supuesto que no, lo detendría y le hablaría hasta calmarlo, lo abrazaría”, me dice.  “Entonces, ¿por qué no haces lo mismo con tus Aspectos?”.  Ellos quieren ayudarnos pero no saben cómo porque lo que aprendieron no nos sirve ahora.

El Ego es un instrumento del Alma.  Nos permite aprender a ser Creadores Responsables.  Cuando no lo usamos de esa forma (y casi nadie lo hace), es un amo destructivo y temeroso, exigente e impotente, sometido por la familia y la sociedad.  Se cree el Dueño y es solamente el Sirviente (una multitud de sirvientes en realidad).  Podríamos comenzar por establecer un Mayordomo, que ponga orden y sepa su lugar.

La mente es el dominio del Ego y debe ser reeducada para ser un Testigo objetivo y eficiente, que observe la dualidad y encuentre una síntesis que la trascienda.  Las emociones son una enorme fuente de energía y motivación que deben ser sanadas y reconducidas.  Gastamos grandes sumas de dinero en tonterías y perdemos el tiempo en cosas que no nos dejan nada más que insatisfacción, confusión, vacío, frustración.  Seguimos un modelo que es básicamente destructivo y desempoderante. 

Si realmente deseamos ser felices, plenos, abundantes, luminosos, es necesario que lo prioricemos, que toda nuestra vida se reconduzca hacia la consciencia, el cuerpo, el presente, la reeducación, la sanación, el amor.  El Ego le debe servir al Alma.  Nuestro diseño original tiene ese propósito.  Comencemos.